El culebrón catalán no tiene fin: el nuevo gobierno asume muy frágil y con poco apoyo

Salteándose la liturgia de los actos democráticos y en menos de cuatro minutos, el independentista Quim Torra asumió la presidencia de la Generalitat. La normalidad, sin embargo, sigue siendo una quimera para Cataluña.

Luego de casi siete meses de intervención del gobierno nacional, elecciones forzosas y diecisiete semanas de afiebrado culebrón hasta lograr un candidato sin lastres judiciales, Cataluña tiene finalmente un presidente. La asunción, celebrada sin la bandera de España y sin mencionar la Constitución ni al rey, no parece traer alivio ni alegría a los catalanes.

Excepto al ex presidente Carles Puigdemont, que desde su libertad condicional en Berlín, donde espera saber si lo extraditan a España o no, ungió a Torra como su sucesor a control remoto. “Muchas felicidades, todo mi apoyo, afecto y agradecimiento”, expresó en su cuenta de Twitter Puigdemont.

Lejos de la algarabía, el bloque soberanista celebró sin fuegos de artificio la toma de posesión de un presidente que, desde el inicio, destila fecha de vencimiento.

Los nacionalistas más afiebrados dentro del independentismo, los de la CUP, ya anunciaron que no apoyarán a Torra porque no les parece que el abogado y ex editor de 55 años esté dispuesto a inmolarse por la construcción de la república soberana.

Y el constitucionalismo, esa bolsa de gatos que hermana contra la blasfemia separatista a Ciudadanos -el partido que ganó las elecciones del 21 de diciembre en Cataluña pero que no logró la mayoría parlamentaria-, el Partido Popular -el más impopular entre los catalanes y al que pertenece el presidente Mariano Rajoy-, el Partido Socialista y Podemos, comienza a traslucir grietas.

Minutos antes de la ceremonia en la que Torra asumió la presidencia, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, le pidió a Rajoy que extienda la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permitió intervenir Cataluña por rebelde y debería evaporarse en cuanto quede conformado el nuevo gobierno. No confía en Torra como presidente de la autonomía que en octubre del año pasado intentó independizarse de España y cuyo primer gesto como presidente será viajar este jueves a Madrid para visitar a los ex miembros de gobierno independentista que están presos. “No levantar el 155 es una medida política que el presidente Rajoy debería adoptar”, dijo Rivera.

“Prometo cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat, con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representada en el Parlamento de Cataluña”, fue lo único que dijo Torra en el salón Verge de Montserrat del Palau de la Generalitat, donde no hubo representantes del gobierno de España a pesar de que aun sigue vigente la intervención.

El gobierno pidió a la Abogacía del Estado española que estudie si la toma de posesión de Torra, sobria y escueta, fue legal. Sin oropeles, la ceremonia express ni siquiera incluyó la medalla de presidente, esa joya de oro cincelado que, desde 1933, cada presidente saliente anuda al cuello de su sucesor como símbolo de la continuidad serena en el autogobierno catalán. Sin mandatario a punto de abandonar el Palau de la Generalitat -hubiera sido el ex presidente Puigdemont el encargado de hacerlo si no se hubiera fugado de Cataluña luego de haber declarado la independencia-, Torra la rechazó.

La medalla quedó sobre la mesa.

Fuente: clarim.com

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