Muere Vincent Lambert, el hombre que encarnó el debate sobre la muerte digna en Francia

Vincent Lambert ya descansa en paz. El francés de 42 años, tetrapléjico y en estado vegetativo desde que sufriera un accidente de tráfico en 2008, ha fallecido hoy a las 8.24, nueve días después de que el hospital de Reims donde estaba ingresado lo desconectara de las máquinas que lo mantenían con vida, según ha confirmado a EL PAÍS un sobrino. 

Lambert se había convertido en el símbolo en Francia del debate sobre el derecho a una muerte digna, debido a que su caso provocó una larga y dura batalla judicial que dividió a su familia y ha hecho reflexionar a toda la sociedad francesa sobre las leyes en torno al fin de vida y la eutanasia. De un lado estaban sus padres, católicos tradicionalistas que se oponían ante lo que calificaban como una “eutanasia encubierta” y que trataron mediante todos los recursos legales posibles impedir hasta el último momento su desconexión.

Y del otro, su mujer, Rachel Lambert, y la mayor parte de su familia, que defendían que Vincent no habría querido seguir viviendo en las condiciones en que lo hizo durante más de una década. El problema es que Lambert no dejó por escrito sus deseos en un testamento vital, lo que marcó el complejo proceso que, con su muerte, ahora llega a su fin.

Era la tercera vez que Lambert había sido sometido al denominado protocolo de fin de vida, que pasa por la desconexión de los aparatos que mantienen con vida al paciente —en este caso, las máquinas que lo alimentaban e hidrataban— mientras se le somete a una sedación profunda para que no sufra hasta que le sobrevenga la muerte. El hospital de Reims inició el proceso el 2 de julio, cuatro días después de un fallo del Tribunal de Casación —la corte suprema francesa— que avalaba el procedimiento, al anular una orden de un tribunal de apelaciones que había obligado un mes antes a los médicos de Lambert a reanudar su tratamiento, tan solo unas horas después de que lo hubieran desconectado por segunda vez, el 20 de mayo. Lambert ya había sufrido la misma situación en 2013, cuando sus padres lograron que lo volvieran a conectar por la vía judicial. Sus victorias desde entonces siempre fueron sin embargo por cuestiones de forma, nunca de fondo, ya que la justicia —nacional y europea— acabó en cada ocasión dando la razón a los médicos que argumentaban que mantener con vida a Lambert, cuyo estado había sido declarado irreversible, era un caso de “obstinación irrazonable” o “encarnizamiento terapéutico”.

Aun así, los padres de Lambert lucharon hasta el último momento. La justicia rechazó en los últimos días de vida del enfermero al menos dos recursos presentados para intentar obligar a reanudar el tratamiento o para trasladar a Vincent de hospital, con lo que todo el caso podría haber vuelto a comenzar de cero.

Frente a los padres de Lambert, a quienes solo acompañaron dos de los nueve hijos que componía esta familia ultracatólica recompuesta de dos matrimonios anteriores, se enfrentaban la mujer de Vincent, Rachel, a quien apoyaban seis de sus hermanos, así como un sobrino, François Lambert, y muchos amigos del ahora fallecido. Todos han asegurado en los últimos años que, aunque no lo dejó por escrito, Vincent, que trabajaba como enfermero psiquiátrico cuando, en septiembre de 2008, su vida quedó truncada por un accidente de tráfico, había manifestado en múltiples ocasiones que no quería vivir “como un vegetal”. El caso Lambert ha disparado en las últimas semanas el interés de los franceses por el procedimiento para elaborar las “directivas anticipadas”, como se llama en Francia el testamento vital. Al igual que en España, solo una minoría de franceses ha dejado por escrito su última voluntad en caso de encontrarse en una situación irreversible como la de Lambert.

Info: El País

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