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Alberto Fernández no carece de leales en la política. Más aún, el anuncio de su gabinete que comprende también designaciones en las segundas líneas del Ejecutivo, en organismos del Estado y hasta algunas bancas legislativas, comprende también el aporte de sus amigos de la política, en distintos cargos, para el inicio de su gestión en la Casa Rosada.
Entre los ministeriables, Alberto eligió a Claudio Moroni para el Ministerio de Trabajo. De mucha cercanía, junto con Fernández son abogados egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Moroni ya tiene experiencia en la administración pública, ocupó la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) entre 2004 y 2007, con Néstor Kirchner como presidente y Fernández Jefe de Gabinete.
Julio Vitobello, un dirigente histórico del peronismo porteño como varios de los “compañeros” de Alberto, es también abogado de la UBA y ocupará la estratégica Secretaría General de la Presidencia. El funcionario que la preside tiene rango y jerarquía de ministro y sus funciones son las de suscribir y refrendar los decretos, mensajes y proyectos de ley originados en las secretarías del área presidencial.
Juan Manuel Olmos, otro dirigente del PJ porteño con estrechos vínculos en el Poder Judicial, estará cerca del despacho presidencial. Será el Jefe de Asesores Presidenciales y deberá completar la nómina del resto de los colaboradores que asistirán al primer mandatario.
El economista radical Miguel Angel Pesce, que también suele asistir a los almuerzos y cenas que el mandatario electo comparte con sus amigos, volverá a ocupar el Banco Central. Fue vicepresidente entre el 2004 y el 2015, y ocupó interinamente la presidencia cuando se alejó Martín Redrado.
Otro de los albertistas de la primera hora y peronista porteño es Guillermo Olivieri, que volverá a un área que ya conoce bastante. Será el Secretario de Culto, cargo que ocupó durante los 12 años de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Con estrechos lazos con el Vaticano y con la cúpula eclesiástica, Olivieri es clave para Alberto F. para encarrilar el vínculo con la Iglesia, deteriorado durante el gobierno de Mauricio Macri, en particular con el Papa Francisco.
También con raíces en el peronismo de la Ciudad, Alberto Iribarne finalmente desembarcará en Montevideo como embajador argentino ante el gobierno de Uruguay, que a partir de marzo estará en manos de Luis Lacalle Pou. En algún momento se especulaba con que también podría ir como asesor presidencial o encabezaría un organismo del estilo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) o la Unidad de Información Financiera (UIF)por su amistad con Alberto.
En tanto Jorge Argüello, otro “compañero” del PJ porteño de los 90 y ex diplomático en naciones Unidas y Portugal durante el kirchnerismo, ahora será el embajador ante el complejo gobierno de los Estados Unidos, que encabeza Donald Trump. Al igual que Daniel Scioli en Brasil, tendrá la ardua tarea de construir un vínculo entre Alberto y Trump.
Otros de los amigos de Alberto es Carlos “el negro” Montero, quien se hará cargo de la SIGEN, organismo rector del control interno del sector público. En tanto Claudio Ferreño, quedará como jefe del bloque del peronismo en la Legislatura porteña.
Finalmente Eduardo “el gordo” Valdés, operador político de Cristina Kirchner con vínculos con el lPapa y protagonista de la denominada “Operación Puf” que fue revelada a partir de una serie de escuchas judiciales, será diputado nacional en reemplazo de Pino Solanas, que renunció a la banca para ir como representante argentino ante la Unesco.
Hay otros dirigentes muy estrechos como Gabriel Fuks que sería el número dos de Sabina Frederic en el Ministerio de Seguridad. En tanto no estaba previsto aún que José “Pepe” Albistur ocupe un cargo específico, aunque si colaborará con Alberto en lo que éste último requiera.
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