La nueva penuria en Caracas: ahora hay alimentos, pero lo que falta son billetes

Lo que sucede es que, para salir del brutal desabastecimiento que marcó los últimos años de Venezuela, el gobierno dejó las manos libres para que se comercialicen productos de primera necesidad. Pero la hiperinflación hace que coticen a precios exhorbitantes. “Hay un precio en efectivo y otro con tarjeta de débito. Cuando compras en efectivo es más económico. Pero cómo vas a comprar en efectivo si no hay. Vas al banco y te dan billetes de 2, 5 o 10 bolívares, que no los aceptan en los comercios”, explica Mercedes.

Mariavela, al igual que su amiga, es de una zona de clase media fatigada y sabe lo que es mantener la familia con un sueldo. “El salario mínimo es de 18.000 bolívares (6 dólares, en el paralelo), y un kilo de papas vale 7.200 bolívares (2,5 dólares). ¿Cómo haces para abastecer al hogar?”, pregunta.

Ante la falta de liquidez, los venezolanos se manejan con tarjeta de débito. El problema es que la mayoría de los productos se consiguen en los puestos de los “bachaqueros” (vendedores del mercado negro), y ellos no aceptan tarjetas para eludir el control estatal. “El precio oficial de un cartón de huevos es de 8.000 (2,8 dólares) con tarjeta, pero vas a los bachaqueros y sale 12.000 (4 dólares). Es una barbaridad, una locura lo que pasa”, apunta indignada Mercedes.

Para los sectores más pobres, la alternativa que tienen son los puestos oficiales. Eso implica hacer largas colas para poder conseguir productos de primera necesidad a un precio razonable para sus ingresos. “Cuando llega la harina, hacen una cola inmensa, como de 700 u 800 personas. Y vale 800 el kilo. Pero si vas a un bachaquero te cobra 3.000. La semana pasada compré sal, y el kilo me salió 1.200. Ayer fui a Petares y estaba 3.000. ¡Un kilo de sal! cómo puede ser. Es nacional, la producimos aquí”, se enoja María Isabel.

Amalia, de un barrio acomodado, se niega a rendirse ante la crisis. Algo avergonzada, desliza: “Yo le voy a confesar algo, en estas colas no participo, me parece humillante y denigrante. Por ahora puedo pagar en efectivo, pero vamos a ver más adelante porque se puso muy duro”.

En la zona céntrica de Caracas, en el Chacao, hay dos grandes centros comerciales de alimentos. Se los conoce como el Viejo y el Nuevo Mercado. Ahí se expresa con crueldad la división social que vive el país. Al primero van los más humildes, y algunos sectores muy golpeados de la clase media. Es que se consigue alguna diferencia en los precios ya que pertenece a una dependencia oficial. En el Viejo Mercado los puestos son escasos, con mercadería de menor nivel. En el otro, de una asociación de comerciantes, las verduras y las frutas son frescas y de calidad.

Pero ambos sufren una inflación que semanalmente llega al 10 o 15%. “Hacemos lo que podemos. No nos podemos pasar con los precios porque no se vende, pero tenemos que subirlos. Día por medio a nosotros los mayoristas nos cobran un precio diferente”, se justifica Valentina en uno del los puestos.

“Sí, ahora se consiguen más productos, pero a un precio exhorbitante. Y con una gran diferencia dependiendo dónde lo compres. Un aceite que te vale 200 bolívares si haces las colas (en lugares oficiales), en un bachaquero te sale 1.500. Pero te aclaro, el bachaquero no hace nada ilegal, el ilegal es Maduro. No es delito lo que hacen, pero es terrible para nosotros”, señala Mariavela.

fuente: Clarín

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