4 de marzo Día Mundial de la Obesidad

Según la encuesta Ipsos, realizada durante el año 2021, “la Argentina ocupa el quinto lugar de los países donde más se aumentó de peso en América Latina. El 40% de los argentinos aumentó en promedio unos 6 kilos”.

Profesionales de nutrición llaman a una concientización para una alimentación saludable con diseño de políticas estatales.

Los especialistas piden polticas pblicas integrales para la obesidad Foto Archivo
Los especialistas piden políticas públicas integrales para la obesidad. Foto: Archivo

Especialistas en nutrición advirtieron este jueves sobre un incremento sostenido en la cantidad de personas con obesidad en Argentina, que se convirtió en el quinto país donde más se aumentó de peso en América Latina, por lo que instaron a avanzar en políticas públicas que aborden de manera integral esta enfermedad

En el marco del Día Mundial de la Obesidad, que se conmemora cada 4 de marzo y bajo el lema “Todos necesitamos actuar”, distintas sociedades y fundaciones especializadas en nutrición llamaron a una mayor concientización de la sociedad, promover alianzas público privadas para fomentar la industria alimentaria saludable y el diseño de políticas públicas integrales para abordar la obesidad.

Especialistas advierten un aumento sostenido de la obesidad y pidieron políticas públicas integrales

Según la encuesta Ipsos, realizada durante el año 2021, “la Argentina ocupa el quinto lugar de los países donde más se aumentó de peso en América Latina. El 40% de los argentinos aumentó en promedio unos 6 kilos”, durante ese año, indicó Paola Harwicz, médica cardióloga y especialista en nutrición, integrante de la Fundación Cardiológica Argentina.

“La pandemia fue un factor determinante en el aumento de peso”, aseguró la médica frente a los números cada vez más preocupantes.

Con un impacto negativo en la prevención de la obesidad, la pandemia de coronavirus estuvo asociada, en muchos casos, a cambios en los hábitos de alimentación, aumento del consumo de alcohol, alteraciones en el sueño y bajo nivel de actividad física.

En ese marco, Marianela Aguirre Ackermann, médica coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), aseveró que la obesidad “es una enfermedad en sí misma y, a su vez, hay más de 200 enfermedades asociadas a ella”.

Ambas especialistas coincidieron en el impacto negativo que tiene la obesidad en la salud de las personas, cuyas “expectativas de vida disminuyen por esta enfermedad”.

Por ello, Aguirre Ackermann instó a “concientizar que la obesidad es una enfermedad” y a promover la “educación a la población general en cuanto a hábitos saludables y la actividad física”.

También señalaron la importancia de “solicitar ayuda especializada”, y que las personas que sufren la enfermedad puedan acceder a abordajes integrales y multidisciplinarios.

“La obesidad es crónica y multifactorial. No se tiene en cuenta únicamente el factor genético, hay que tener en cuenta factores sociales, culturales y emocionales que se relacionan con el tipo de conducta alimentaria que la persona tiene”, añadió Harwicz.

En este sentido, explicaron que el problema de la obesidad “debería ser reformulado” ya que, pese a que las personas tienen “responsabilidad personal en su salud”, existen también factores ambientales que “explotan biológica, psicológica, social y económicamente la vulnerabilidad y promueven un consumo mayor de alimentos poco saludables”.

“Por eso es importante abordarla con una estrategia integral que contemple diferentes políticas alimentarias para transformar el entorno obesogénico en el que vivimos en un entorno más saludable, en donde comer sano sea la opción más fácil”, expresó Victoria Tiscornia, magister en Nutrición Humana e investigadora de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) en Argentina.

Para detener el avance de los “alarmantes” números de sobrepeso y obesidad en el país, la FIC apuntó a la necesidad de diseñar políticas públicas que faciliten la adopción de hábitos de consumo más saludables.

En ese sentido, Tiscornia celebró la Ley de Etiquetado Frontal, aprobada en 2021, ya que consideró que se trata de “un hito para la salud pública” que puede ser la “puerta de entrada hacia la implementación de un paquete de medidas integrales”.

La especialista enfatizó que, pese a la “fuerte oposición de la industria”, se garantice que “en la reglamentación se conserve el espíritu de la ley para que se logre el efecto de salud pública deseado”.

Asimismo, las médicas coincidieron en la necesidad de fomentar “una baja de impuestos en alimentos saludables” ya que “está demostrado en múltiples estudios que si se facilita el acceso a los alimentos saludables la comunidad tiende a incluirlos más”, indicó Ackermann.

“Necesitamos aumentar la sensibilidad en la comunidad para generar conciencia de la obesidad ya que nos involucra a todos como sociedad. Cada uno desde su lugar puede aportar para encontrar soluciones para un futuro más saludable”, expresó la médica.

En ese sentido, llamaron a trabajar en erradicar los estigmas y preconceptos relacionados con la obesidad y apostar a la concientización”.

“Desarrollar empatía, entender que es una enfermedad y no una cuestión de voluntad o una elección de la persona. No son culpables de tenerla, es una enfermedad que se estigmatiza mucho, incluso por las mismas personas que padecen obesidad”, afirmó.

La comisión de la OMS para acabar con la obesidad infantil, presentó el año pasado el informe final de un proyecto que se desarrolló durante dos años y cuyo objetivo es hacer frente a los alarmantes niveles de obesidad infantil y el sobrepeso a nivel mundial. Ante los alarmantes datos (más de 41 millones de niños menores de cinco años son obesos), la comisión plasmó en su informe una serie de recomendaciones dirigidas a gobiernos e instituciones, que os recordamos a continuación.

La obesidad infantil está tomando proporciones alarmantes en muchos países y supone un problema grave que se debe abordar con urgencia. En los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas en 2015, la prevención y el control de las enfermedades no trasmisibles se consideran prioridades básicas.

Entre los factores de riesgo para las enfermedades no transmisibles, la obesidad suscita especial preocupación, pues puede anular muchos de los benefcios sanitarios que han contribuido a la mejora de la esperanza de vida.

La prevalencia de la obesidad entre los lactantes, los niños y los adolescentes va en aumento en todo el mundo. Si bien en algunos entornos las tasas se han estabilizado, en cifras absolutas hay más niños con sobrepeso y obesidad en los países de ingresos bajos y medianos que en los países de ingresos altos. La obesidad puede afectar a la salud inmediata de los niños, al nivel educativo que puede alcanzar y a la calidad de vida. Los niños con obesidad tienen muchas probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y corren el riesgo de sufrir enfermedades crónicas.

Los progresos en la lucha contra la obesidad infantil han sido lentos e irregulares. En 2014 se estableció la ‘Comisión para acabar con la obesidad infantil’ (ECHO, por sus siglas en inglés, Commission on Ending Childhood Obesity) a fin deque examinara los mandatos y estrategias existentes y los ampliara para resolver carencias. Tras mantener consultas con más de cien estados miembros de la OMS, la comisión elaboró un conjunto de recomendaciones para combatir con eficacia la obesidad en la infancia y la adolescencia en diferentes contextos mundiales.

Muchos niños crecen actualmente en un entorno obesogénico que favorece el aumento de peso y la obesidad. El desequilibrio energético se debe a los cambiosen el tipo de alimentos y en su disponibilidad, asequibilidad y comercialización, así como al descenso en la actividad física, pues se ha incrementado el tiempo dedicado a actividades de recreo sedentarias y que suponen estar ante una pantalla. Las respuestas conductuales y biológicas de un niño ante un entorno obesogénico pueden estar determinadas por procesos anteriores incluso a su nacimiento, lo que empuja a un número cada vez mayor de niños hacia la obesidad si siguen una dieta malsana y realizan poca actividad física.

Ninguna intervención por sí misma puede frenar la creciente epidemia de obesidad. Para combatir la obesidad en la infancia y la adolescencia es necesario examinar el contexto ambiental y los tres periodos cruciales del curso de vida: la pregestación y el embarazo; la lactancia y la primera infancia; y los años posteriores de la infancia y la adolescencia. Además, es importante tratar a los niños que ya son obesos, por su propio bienestar y por el de sus descendientes. Además, la prevención y el tratamiento de la obesidad exige un enfoque en el que participen todas las instancias gubernamentales y en el que las políticas de todos los sectores tengan en cuenta sistemáticamente la salud, eviten los efectos sanitarios nocivos y, por tanto, mejoren la salud de la población y la equidad en el ámbito sanitario.

Los seis consejos de la comisión

La situación es especialmente preocupante en los países en vías de desarrollo: en 2014, el 48% de todos los niños obesos y con sobrepeso vivían en Asia, y el 25% en África. Para revertir la tendencia al alza de la obesidad infantil, el informe ECHO propone a los gobiernos seis recomendaciones.

1– Promover la ingesta de alimentos sanos: es necesario capacitar a la población para que escoja productos más sanos en su alimentación y la de los lactantes y niños pequeños. Esto no es posible a menos que los conocimientos básicos de nutrición estén al alcance de todos y se ofrezcan de manera útil, fácil de entender y accesible a toda la sociedad.

Por otra parte, según el informe, los alimentos procesados, de alto contenido calórico y bajo valor nutricional y las bebidas azucaradas, con porciones de tamaño cada vez mayor y a precios asequibles, han sustituido a los alimentos frescos sometidos a una mínima elaboración y al agua en muchos entornos escolares y en las comidas en familia. Por ello la OMS, entre otras medidas, recomienda establecer el polémico impuesto sobre las bebidas azucaradas y reducir la exposición de los niños y los adolescentes a la promoción e influencia de los alimentos malsanos.

2– Establecer programas integrales que promuevan la actividad física. Según los datos, el 81% de los adolescentes no alcanza los 60 minutos diarios de ejercicio físico. Para ello la OMS urge a implementar programas integrales que promuevan la actividad física y reduzcan las conductas sedentarias en niños y adolescentes. La actividad física puede reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, y mejorar la capacidad de los niños de aprender, así como su salud mental y bienestar.

3– Promover entornos escolares saludables y aportar conocimientos básicos en materia de salud, nutrición y actividad física en niños y adolescentes en edad escolar. La comisión recomienda establecer normas para las comidas que se ofrecen en las escuelas, o para los alimentos y las bebidas que se venden en ellas, que cumplan las directrices sobre una nutrición sana; eliminar en entornos escolares el suministro o la venta de alimentos malsanos, como las bebidas azucaradas y los alimentos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional; garantizar el acceso a agua potable en las escuelas y los centros deportivos; exigir que se incluyan actividades educativas sobre nutrición y salud en el plan de estudios básico en las escuelas; ofrecer clases sobre preparación de alimentos a los niños, sus progenitores y cuidadores; o incluir en el plan de estudios de las escuelas una educación física de calidad y ofrecer personal e instalaciones adecuadas y pertinentes a tal efecto.

4– Mejorar la dieta en la primera infancia. Proporcionar orientación y apoyo sobre las buenas prácticas de salud en la infancia basadas en tres aspectos: una dieta saludable, dormir bien y desarrollar actividades físicas. Los investigadores animan a promover estas prácticas para asegurar que los niños crezcan adecuadamente y desarrollen hábitos saludables.

Entre las recomendaciones de los expertos destacan: la promoción de la lactancia materna; limitar el consumo de alimentos ricos en grasas, azúcar y sal; y asegurar la disponibilidad de alimentos saludables y programas de actividad física en las guarderías.

5– Ofrecer a niños y jóvenes con obesidad servicios para el control del peso corporal. La OMS recomienda preparar y poner en marcha servicios adecuados para el control del peso dirigidos a niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad que reúnan diversos componentes (en concreto nutrición, actividad física y apoyo psicosocial), se centren en la familia y corran a cargo de equipos integrados por varios profesionales con formación y recursos adecuados, como parte de la cobertura sanitaria universal.

6– Atención pregestacional y prenatal. La atención que las mujeres reciben antes, durante y después del embarazo tiene repercusiones profundas para el desarrollo y la salud posteriores de sus hijos. Los datos científicos muestran que la desnutrición materna (ya sea de tipo general o por carencia de nutrientes específicos), el sobrepeso o la obesidad materna, el aumento de peso excesivo durante el embarazo, la hiperglucemia materna (incluida la diabetes gestacional), el hábito de fumar o la exposición a productos tóxicos son factores que pueden aumentan la probabilidad de padecer obesidad durante el primer año de vida y a lo largo de la niñez.

Por todo ello, la comisión recomienda, entre otras cosas, hacer hincapié en la importancia de una nutrición adecuada antes y durante la gestación en las orientaciones y los consejos dirigidos a las futuras madres y padres; supervisar y controlar el aumento de peso durante la gestación para que sea adecuado; y diagnosticar y tratarla hiperglucemia y la hipertensión durante la gestación

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