David Lebón regresa a Rosario para presentar “El tiempo es veloz”

Se trata de una recorrida por toda su carrera como figura clave del rock argentino, incluyendo las legendarias canciones de su glorioso pasado y los temas más recientes de su magnífico presente.
Será un viaje a través de 45 años de historia, abarcando ese espectacular abanico de hits que van desde su famoso álbum debut de 1973, hasta su reciente “Encuentro supremo” que salió a fines de 2016 y ganó el Premio Gardel al Mejor Álbum de Artista Masculino de Rock.
En la actualidad, David Lebón mantiene intacto su poder de convocatoria y cada una de sus presentaciones es la oportunidad para ver a uno de los principales cantantes, guitarristas y compositores del rock local. Sus shows son verdaderas reuniones multigeneracionales donde se unen sus viejos seguidores, muchos de ellos con sus hijos, y también los nuevos fans que se
sorprenden por su estilo único y su especial inspiración para cantar y tocar.

El cantautor rosarino brindó una entrvista exclusiva a Clarín que reproducimos

Sin cuentas pendientes

David Lebón: “Vengo de una época en la que tocar y hacer canciones era más una misión que un trabajo”

El guitarrista emblema del rock argentino acaba de editar “Lebón & Co.”, donde recrea sus clásicos con invitados ilustres. Asegura que hay pocos rockeros de verdad, dice que no quiere volver a los excesos y que no toma a este mundo como real.

Honrar la obra. En “Lebón & Co.”, el músico le da nuevo vuelo a 12 canciones de su repertorio, con interpretaciones de alto nivel. (Foto: Germán García Adrasti)

-Hace un par de semanas alguien escribió en la revista Rolling Stone que los solos de guitarra son una especie en extinción, pero este disco tiene unos cuantos, y buenísimos.

-¡Jaja! Eso va a pasar el día que me vaya yo. Este disco tiene todo. Y no tiene nada que vaya a desparecer. Es un disco de bases y solos.

“No soy un tipo problemático”, dice David Lebón, que compartió una docena de sus grandes canciones con una lista de invitados de lujo en “Lebón y Co.” (Foto: Germán García Adrasti)

Guitarrista icónico del rock argentino, ex integrante de Pappo’s Blues, La Pesada del Rock and Roll, Pescado Rabioso, Color Humano, Polifemo y Serú Girán y dueño de una trayectoria solista que acaba de dar a luz su álbum número 16, David Lebón intercala cada respuesta con una sonrisa que se ilumina aún más cuando mira la tapa de su flamante Lebón & Co.

El álbum incluye una docena de canciones de distintas épocas de la carrera de David, de su primer álbum, David Lebón (1973) a Yo lo soñé (2002), pasando por algunas de las bandas de las que fue parte, acompañado por invitados como Ricardo Mollo, Julieta Venegas, Andrés Calamaro, Fito Páez y hasta los mismísimos Polifemo, entre otros.

“Fue genial. Rino (Rafanelli) y Juan (Rodríguez) vinieron con unas ganas bárbaras y se tocaron todo. Inclusive vino José Soler, que fue el primero que grabó a la banda. Nunca me voy a olvidar esa noche”, cuenta el músico, que prefiere obviar algunos detalles humeantes de la velada para evitar ser víctima de los “comentadores seriales” del mundo virtual.

“No soy un tipo problemático”, dice Lebón, que cuenta que prefiere esquivar la cotidianidad tóxica. “Te encerrás en tu casa para no escuchar lo que está pasando, y de alguna manera te lo meten igual… Lo de Venezuela, con el boludo este. Todos quieren copiar a Lennon, y Maduro quiere copiar a Castro… Pero Castro hay uno solo”, dice Lebón, y ríe nuevamente.

-Es difícil escaparse.

-Yo miro, y no lo tomo como algo real. Este mundo no lo tomo como algo real. Es un lugar de paso donde estamos 100 años, 80, 110, si llegás. Y después, ya está. Entonces, para qué hacerte mala sangre, para qué tener 18 hijos o 30 autos. Para qué sufrir por lo que no fuiste cuando, en definitiva, te vas y los recuerdos se quedan acá con tu cuerpo y con tu mente, que es finita y se termina. Porque cuando morís, muere todo: los pensamientos, los recuerdos…

-Toda la vida lo pensaste así?

-Toda la vida. Yo sé que acá, dentro de mi pecho, vive el dueño de este cuerpo. No tiene nombre; le podés decir Dios o lo que quieras. Pero es el que compone, es al que se le cae un lágrima cuando ve algo triste. Vos no llorás desde la mente. El sentimiento viene de acá dentro. Y cuando estás enamorado, es acá lo que sentís, en el pecho. No es en la rodilla o en el codo.

“Para qué hacerte mala sangre, para qué tener 18 hijos o 30 autos. Para qué sufrir por lo que no fuiste cuando, en definitiva, te vas y los recuerdos se quedan acá con tu cuerpo y con tu mente, que es finita y se termina. Porque cuando morís, muere todo: los pensamientos, los recuerdos…”

-¿La decisión de hacer el disco fue tuya?

-No, fue una idea de Damián (Amato, director de Sony) y Patricia (Oviedo), mi esposa y manager. Sólo que yo no quería hacer dúos, así que les dije que me gustaría hacer algo distinto. Si había que hacerlo, lo hubiera hecho, porque es mi trabajo. Pero vengo de una época en la que tocar y hacer canciones, hacerle llegar eso a la gente, era más una misión que un trabajo.

-Cuando lo escuché, sentí que es una manera de honrar canciones buenísimas, que no siempre sonaron como se lo merecían.

-Tengo una banda como la que siempre soñé, que no son precisamente las que fueron famosas. Estos músicos son como mis hermanos. Arrancamos el disco y no hubo ningún tipo de problemas, en absoluto. Y cuando les mandé los temas a los invitados para que escucharan cómo habían quedado, todos me escribieron cosas hermosas. Algunas, hasta me dieron vergüenza.

-¿Por qué?

-Porque yo tengo nietos, les limpio la caca… No soy un rey. En este disco no hay reyes. No sabía que los chicos me querían tanto.

-Qué loco que no lo supieras.

-En realidad, lo sabía. Pero en un momento el rock era un jungla, y ahora creo que volvió a ser lo que era antes. Los rockeros de hoy, entran en mi casa. No hay millones. Hablo de rockeros en serio.

-¿Qué es un rockero en serio?

-Un rockero en serio es Pappo. Un tipo que toque la viola bien cuando llega el momento de hacer el solo. AC/DC es una buena banda de rock. Bandas como El Reloj… Si me voy atrás hay un montón.

-¿Ser rockero no es también curtir los excesos?

-No. Yo dejé esa parte gracias a muchas cosas: a mi familia, a mis nietos, a mi señora actual, que me cuida y me cuidó… Ya no me llama más la atención tomar, porque cada vez que me acuerdo, con recordar una sola noche, me sube algo por acá, por la espina dorsal, y me hago un “no” gigante en la cabeza. No quiero más de eso. Quiero cantar, tocar…

Puro sentimiento y sentimientos puros. A esta altura, David Lebón prefiere darle prioridad a lo que sale de adentro del pecho, antes que lo que manda la cabeza. (Foto: Germán García Adrasti)

-¿Es muy distinto?

-¡No sabés lo que me costó volver a componer! Porque yo tomaba, y me quedaba con la computadora hasta las siete de la mañana del otro día, o hasta el siguiente, terminando una canción. La tenía que terminar. La compu es lógica, como el cerebro, que a veces también es medio estúpido. Pero suele ser lógico, y entre ellos dos se llevan bien. Y si no le das de comer algo rápido, la cabeza te va a empezar a pedir cosas y le vas a dar algo porque pensás que eso sos vos. Pero vos, el verdadero, está acá (se señala el pecho). No habla, pero lo sentís. La mente es tan jodida que se disfraza de Dios y te dice cosas que son increíbles, maravillosas. Cosas de coca. Entonces, decís una palabra sola durante 20 días y pensás que sos Dios. Decís: “Me cagué”, y “Uy, qué bueno, qué buena frase…” Pero estoy muy feliz de que Dios me haya dado esta oportunidad de ser músico. Primero, porque no me gusta trabajar (risas). Segundo, porque me encanta tocar y tocar los corazones de la gente. A mí ya no me importa estar en el levante. Soy un hombre que va a cumplir pronto 67 años. Los que me importa está ahí, en la música.

“La mente es tan jodida que se disfraza de Dios y te dice cosas que son increíbles, maravillosas. Cosas de coca. Entonces, decís una palabra sola durante 20 días y pensás que sos Dios.”

-¿Tocás mucho en tu casa? ¿Tenés alguna rutina?

-No. Ahora no… Pero desde que tengo uso de razón, recuerdo que se me dormían las piernas en el baño de estar sentado con la guitarra, porque no quería dejar de tocar. Todos decían “queremos cagar”, y yo estaba con las piernas dobladas de tener la guitarra acá. Desde ese momento me siento músico. Cuando me di cuenta de que las cuerdas de nylon no se podían estirar, mi mamá me ayudó a comprar una guitarra. El estuche era cuadrado, como los de los bajos, pero cuando lo abrías, lo parabas y tenía un parlante con una perilla, para enchufar y tocar. No tenía mucha potencia, pero me iba a las plazas y era impresionante.

-¿En qué plan está tu hijo Tayda?

-Esté en plan de mezclar el look con la música. Fue modelo, diseñó ropa… A él le gusta travestirse; se pone máscaras de latex y hace personajes muy extraños. Mujeres muy extarañas, muy locas. Y empezó a tocar la viola. Me mandó unos demos… Estoy muy orgulloso.

-¿Cómo te llevás con la decisión de tu hijo Tayda de cambiar de sexo? ¿Te costó entender su decisión?

-La primera vez te cuesta. Yo vengo del ‘52. Era: “Báñese que la voy a ocupar”. Una mano así. Y la señora se iba a duchar. ¡Tremendo! Igual, cuando tu hijo tiene más de 30 -y Tayda ya pasó los 40- vos no sos más el “papá”. Aunque él… Bah, ella… Va a ser mi bebé siempre. Yo lo amo a él. Es mi hijo… Mi hija. ¿Entendés? (risas) A veces me hace pensar en cómo empezó todo. Pero no sé por qué, de donde salen esas cosas. No quiero preguntar, ni leer. La vida es de cada uno. Yo me ponía aritos, que era como hoy ponerse tetas.

En estado de gracia. David Lebón, protagonista de un viaje que arrancó apenas comenzaban los ’70, y que transita un tiempo de armonía. (Foto: Germán García Adrasti)

En estado de gracia. David Lebón, protagonista de un viaje que arrancó apenas comenzaban los ’70, y que transita un tiempo de armonía. (Foto: Germán García Adrasti)

-Después de tanto tiempo de estar en la ruta, ¿es cierto eso de que todo tiempo pasado fue mejor?

-¡No! Empezamos en una guerra donde te arrancaban los aros sin preguntarte si te lo podían sacar y te pegaban con el palo de goma. Así, mucho tiempo. De eso a hoy, yo estoy viviendo en Springfield, como Homero. Lo primero que hago cuando termino de tocar es ir a casa y poner a los Simpson, si llego a tiempo, o simplemente charlamos con la negra de las cosas que sucedieron en el show. A veces se ponen un poquito densos ciertos pensamientos míos con los suyos, pero ella sabe que también algo sé. Lo que no sé es de management, y hoy esto ha cambiado mucho. Sin embargo, a mí nunca un presidente de una compañía me trató como ahora.

-Era hora.

-Es verdad. Ya era hora (risas).

“Lebón & Co”: una celebración con invitados de lujo y una ausencia

“A Charly ya le dije: ‘Cuando vos quieras y estés listo hacemos un disco juntos’.”

De Julieta Venegas, en Puedo sentirlo, a Fito Páez, en El tiempo es veloz, pasando por Emmanuel Horvilleur (Hola dulce viento), Lisandro Aristumuño (Casas de arañas), Coti (Dejá de jugar) y Pedro Aznar (Hombre de mala sangre), entre otros, la lista de invitados de Lebon & Co. es un verdadero lujo, y David celebra el resultado del proyecto. Tanto el artístico como el humano.

La tapa. “Lebón & Co.”, una vidriera en la que el guitarrista exhibe una docena de las mejores canciones de su repertorio, y deja unas cuantas en su stock, para una nueva posible entrega.

 “Andrés (Calamaro) me dijo que había estado 40 años estudiando el tema (Parado en el medio de la vida) para cantarlo alguna vez; este chico de España, Leiva (Tu llegada), me mandó una carta increíble; Eruca transformó Dos edificios dorados en algo espectacular, con un arreglo de hoy; Carlos Vives (Llorar de amor) y Leiva también. Y yo los dejé, porque ese es el aporte de ellos”, dice el músico.

-Al leer la lista, el gran ausente es Charly.

-Charly es un gran amigo. Pero si yo llamo a Pedro y Charly ya estoy transando con la mano Serú Girán, y la guita. Y no es así. A Carlitos ya le dije: “Cuando vos quieras y estés listo hacemos un disco juntos. Sin Pedro. No Serú. Serú no existe más. Ya está. Murió (Oscar) Moro. Ringo hace sus shows sin Paul. Paul hace sus shows sin Ringo. Y cada tanto se juntan porque son amigos. Lo que quiero decir es que, en este momento, estoy muy satisfecho.

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