Experiencia única: Cata de vino con chocolate en el Museo Murray
PH: Juan Ignacio Mogordoy
El público fue recibido y acomodado en burbujas y respetando el distanciamiento social y las medidas sanitarias.
En el ingreso del predio, se realizó medición de temperatura y aplicación de sanitizante para manos.
Nada pudo impedir la felicidad de volver a la presencialidad, ni siquiera los anuncios: “no está permitido pararse, solo para ir al baño, ni quitarse el barbijo y algo muy importante, no se puede hacer pogo”, del acomodador al ubicar a los espectadores en sus burbujas.
Moyo se mostró muy emocionado, con lágrimas en sus ojos, y contagió a ese público que se dio cita en el Anfiteatro Humberto de Nito, para Divididos marcó el regreso a los escenarios y para sus seguidores, poder reencontrarse con su banda elegida, después del encierro por pandemia.
Fueron dos horas de un ritual musical en que se notaban las ganas: de la banda de tocar ante su público y de éste de reencontrarse con un Show en Vivo presencial.
“Gracias por acompañar, gracias por atender. Les debo las púas, les debo los abrazos”, se despidió Ricardo Mollo luego de tocar “Ala Delta2 después de casi dos horas de show.
Pero el Auditorio no pudo aguantar y cuando sonó “Paisanoisano de Hurlingham”, el público se paró y bailó, pero cuando Ricardo Mollo se percató les dijo: “Estuvimos encerrados ocho meses para hacer esto; quédense diez minutos más para poder seguir haciéndolo. Cuando todo esto pase, vendrán los abrazos que siempre nos dimos”, suplicó el vocalista, y por supuesto que todos fueron obedientes a su líder.
Fueron horas de delirar buen rock, en la vuelta de una de las mejores bandas de Argentina, aquella que fue una de las 3 emergentes de Sumo y de la legendaria frase: “Divididos, las Pelotas”, cuando tras la muerte de Luca Prodan, el cantante de la banda, el 22 de diciembre de 1987, sus integrantes formaron como legado a Divididos liderada por el inigualable Ricardo Mollo y Diego Arnedo, Las Pelotas liderada por Germán Daffunchio y Pachuco Cadáver por Roberto Pettinatto.
El repertorio conocido, fue coreado en forma de agradecimiento de los presentes, pero la presentación de dos temas nuevos, fueron la frutillita de la torta de un recital distinto enmarcado en la emoción, la excitación y la felicidad del reencuentro.