Chano Moreno Charpentier: “La estabilidad no va con mi vida”

Dejó Tan Biónica cuando el grupo causaba sensación en miles de adolescentes. Y se alejó de los escenarios para entonces dar que hablar por sus frecuentes internaciones, por las adicciones, por distintos romances… Pero ahora, después de todo ese caos para Chano Moreno Charpentier llegó la paz.

Es así como ya hace un tiempo que viene trabajando como solista. Y viajó por distintos lugares para inspirarse en la composición de canciones como Carnavalito. Y llegó el momento de subirse de nuevo al escenario para cantar ante una multitud. Su debut solista ocurrió hace pocos días en Mar del Plata, compartiendo el recital con su hermano Bambi Moreno Charpentier.

Con conocimiento de todo lo que generó, Chano decidió comenzar un nuevo camino y reinventarse en su vida. El 3 de mayo volverá a probarse nada menos que en un show en el Luna Park. Luego, se presentará en Rosario, Córdoba y Mendoza, entre otros destino del Interior, con canciones tan originales como pegadizas que nadie para de cantar.

—¿De qué habla tu nuevo tema, “La noche”?

—Yo paso buena parte de mi tiempo a oscuras.

—¿Y cómo es pasar gran parte de tu tiempo a oscuras?

—Primero que duermo poco, cuatro o cinco horas, así que estoy bastante de noche. Pero no solo que “La noche” remite a lo que es la noche como decir la joda. No. “La noche” refiere a lo que me gusta, lo que pasa después del crepúsculo.

—¿Qué que te quedas haciendo?

—Cualquier cosa. Aparte cuando yo escribo y toco, cuando ese evento sirve para algo, es casi un evento fortuito del azar que toma por asalto otra cosa que yo esté haciendo, y me dan ganas, por ejemplo, de ir al piano y tocar. Yo pienso: ¿viste la gente que tiene instrumentos y los tiene bien guardados porque son caros? No sirve. Pienso que las cosas tienen que estar a mano porque a mí las buenas canciones me salen en tránsito. Yo me armo todo un cuartito para tocar: un escritorio con la computadora, con el piano, con los sintetizadores, con todo, y lo conecto, pero no me pasa nada en ese lugar. Y estoy al lado del baño tocando la guitarra y me sale una melodía, la empiezo a escribir en el marco de la puerta o donde esté.

—¿De que te sentís orgulloso de vos mismo?

—Sé algunos trucos para hacer canciones, que a mí me funcionan. Si se puede decir algo bueno de mí, no sé… es que trato de ser una buena persona. Soy. No le hago mal a nadie. Me parece que andar diciéndolo tampoco está bueno, pero también… no tengo muchas más cosas buenas que eso. O sí, pero esa me parece la más importante. Eso es lo que yo filtro en las personas: si yo convoco a alguien para trabajar, si es una persona buena, listo, la banco a muerte. Pienso que si yo confío puede acelerar cualquier proceso de aprendizaje con mucha más fluidez, mientras esté presente el fenómeno de la confianza.

—¿Con las críticas cómo te llevas?

—Mal. Bastante mal. Me hacen mal, me deprimen, y puedo terminar en algo muy grave. Así que no escriban nada de mí.

—¿No te fijás lo que ponen de vos en las redes sociales?

—Jamás. La verdad que el periodismo tiene buena onda conmigo o haré una cosa bien. La mayoría. Los medios que a mí me importan, que son los más importantes, tienen buena onda conmigo.

—En diciembre, por ejemplo, tuviste el golpe de calor y se dijeron otras cosas. ¿Te molestó?

—No. Porque también me mande un montón de cagadas y zafé de un montón, también. Ya está.

—El hombre de las siete vidas…

—Sí. Pero ya está. No me voy a mandar ninguna cagada más. Y lo de Año Nuevo, la verdad que no hice nada para que trascienda lo que trascendió, pero no soy quién para andar quejándome tampoco. “¿Cómo van a violar mi buen nombre?”. No. No voy a salir a decir eso tampoco porque no da.

—Este año, ¿con qué soñas?

—Con sentirme bien, con estar sano, con que las personas que estén cerca de mí estén sanos, con poder trabajar, con poder trabajar con la gente que a mí me gusta, poder tocar, viajar.

—¿La estabilidad es algo que va de la mano de tu vida?

—No.

—¿Dónde falla la estabilidad?

—En todos sus intentos.

—¿No sos estable en las relaciones? ¿En el trabajo?

—En el trabajo sí. No sé si ser obsesivo es ser estable: soy un poco obsesivo con el trabajo. No de obsesivo de buscar la perfección, sino que soy obsesivo de hacerlo a cualquier hora. De hecho, soy bastante caótico. Cuando veo a una persona perfeccionista, no me cierra.

—¿Sentís que vas en contra la corriente?

—Sí. Lo tengo que hacer, absolutamente. No puedo tener las cosas que tienen todo el mundo. Tengo que pensar distinto para ser moderno. Tengo que poner todo en riesgo, todo el tiempo. No puedo andar pensando como todo el mundo porque Dios no me dio el don de la mega creatividad, ni la inteligencia, ni nada. Yo tengo que arreglarme para ser moderno y vanguardista con mi obra, con las cosas que tengo en la mano. Por eso trato de pensar diferente o tener una mirada diferente frente a las cosas.

—¿De chico también eras rebelde?

—No. Pero me costaba mucho soportar algunas cosas como ir al colegio, quedarme sentado.

—¿Te aburría?

—Sí.

—¿Terminaste el colegio?

—Sí.

—Y después del colegio, ¿te quisiste dedicar de lleno a la música?

—Sí. Fue mi gran tesoro saber que iba a dedicarme a eso y significaba poder hacer cualquier cosa sabiendo que era un camino intermedio, y sino, que era un medio para un fin. Entonces eso me permitía no agarrar una bandeja, ser camarero, porque me da bronca lavar las copas para otros que pueden ser unos amigos, y cuando yo tuve esa noción, automáticamente acomodé toda mi vida para prepararme para esto. Acomodé el trabajo que yo tenía, acomodé todo para decir: “Bueno, ok, yo voy hacer esto, esto y esto”. Y también tenía oportunidades para hacer cosas que no hacía, y esas renuncias después fueron top.

—¿Primer trabajo?

—Trabajaba en una página donde le sacaba fotos a unos pibes que vienen del Interior por shows, esos boliches de ahí, y que salían los miércoles, los días que no estudiaban, e iban a sacar fotos ahí. Un día como que me mandaron a sacar fotos a un boliche donde nadie se quería sacar ninguna foto, había muchos músicos, pude hablar con algunos y empecé a salir con una chica que estaba ahí. Desde muy chico empecé a dedicarme a esto y empecé a tener muchas personas cercanas con las que compartía esto y trabajé con mucha gente y toqué en todos lados. Hice como un camino muy under.

—¿Cuándo diste el salto a la popularidad?

—En 2010, 2011, por ahí.

—¿Cómo cambió tu vida?

—Pasó a ser mucho mejor.

—¿La fama también fue mucho mejor?

—No. La fama no. Pasé a vivir de lo que a mí me gusta. Poder dedicarme a lo que a mí me gusta y poder hacer shows grandes, poder delirar con la puesta en escena y tratar de ofrecer un show cada vez mejor: eso era lo que yo buscaba.

—¿Qué cosas negativas trajo la fama?

—Nunca me voy a quejar. Me acuerdo de ir caminando por las ciudades y decir: “Huy, puta madre, nadie me conoce y hoy tengo que tocar a la noche”. Y ahora voy y no puedo caminar. Me acuerdo que en ese momento estaba en Bahía Blanca y hoy creo que si voy a esa hora, a la tarde, no puedo ni caminar que se arma una avalancha. Está buenísimo. A mí la gente me re quiere. Me tira re buena onda todo el tiempo. Me dicen: “Cuidate, te quiero”. Nunca me voy a quejar de nada. Nunca voy a negarme a sacarme una foto. Y cuando a mí me harta eso digo: “No, pará, porque es como mi manera de devolver”. Yo sé que aunque no signifique nada tener una foto conmigo… pero bueno, para dar mi tiempo. A mí ya se me pasó que me pidan una foto en los restaurantes porque me pasa absolutamente en cualquier lugar al que voy. Voy a desayunar y me saco tres o cuatro fotos, y luego voy almorzar y me saco dos.

—¿Te molesta?

—No. Pero a veces me duele la muela, yo que sé. Lo hago y al toque digo: “Che, no te quejes”. Me digo a mí mismo. A veces cuando te quejas que tenés mucho trabajo, después lo pensés bien y decís “Peor es estar sin laburo”.

—¿Saliste con una fanática alguna vez?

—Alguna vez sí.

—¿Y lo más loco que hizo una fan por vos?

—Una vez estaba durmiendo en el living de mi casa, hay mucha policía en la puerta, yo tenía una amiga que era rubia, entonces hubo una chica que se hizo pasar por la chica que yo salía en ese momento. Se peinó como ella, muy parecida. Entró a un barrio privado en donde lo cuida la Policía, de hecho. Era Policía, ni siquiera una seguridad normal. Se mandó por ahí. Atravesó a otro policía, saltó la puerta de mi casa, yo estaba durmiendo en el living y de repente veo que saltó y que estaba ahí, y yo nombro a la otra chica, “¿qué hace acá?”, jugando con el perro. Abro la puerta: “¿Qué haces acá?, te tenés que ir”. Le chiflo a un asistente que tenía: “Santiago, ¿estás viendo esto?”. “Estaba con vos acá”. “No, boludo, te juro que saltó”. “Sí, salté”, dijo ella.

—¿Estás soltero o en pareja?

—Ahora estoy soltero.

—¿Te fue bien en el amor en los últimos tiempos? ¿Saliste con varias chicas conocidas?

—No. Normal. Como todo el mundo. Una y una, ponele. Una bien y una mal.

—¿Qué te da miedo?

—La muerte de otros.

—¿Cómo estás con las adicciones?

—Espero que haya pasado. Bien. Yo te digo que estoy bien y que me gustaría mantenerme así. Trato de hacer lo que hay que hacer. Lo que corresponde.

Fuente: Infobae

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