Aguante, corazón argentino, aguante

Los gritos rebotan en el techo del magnífico estadio Zenit Arena de San Petersburgo. Retumban como un alarido tribal y vuelven hacia los cuerpos de esos 40 millones de argentinos de los que habló Javier Mascherano hechos emoción. El agónico triunfo de la selección argentina contra Nigeria realmente sacude ese corazón que latió a ritmo de taquicardia tras esa volea de Marcos Rojo que pareció caída del cielo. Nada hacía presagiar que podía evitarse el hundimiento.

Pero el agua sólo llegó hasta el cuello y lentamente empezó a bajar. Había que estar en ese lugar para experimentar semejante desahogo. Fue ese instante en que se tiró al diablo el formalismo que siempre tiene un periodista en el palco de prensa para prenderse con el “vamos Argentina, vamos Argentina”, entre revoleos de banderas y abrazos con los colegas, algunos desconocidos, pero que desde anoche ya son como hermanos. También erizó la piel verlos a los jugadores en el centro de la cancha para agradecer semejante aguante. Justamente ellos, muchas veces aplastados por la crítica, hoy supieron que era el momento para demostrar que estaban vivos y vaya si los hicieron.

Es cierto, clasificar a los octavos de final de un Mundial, para este grupo de jugadores no tiene nada de milagro. Tiene todo de obligación. Pero esta selección argentina no podía irse tempranamente de Rusia 2018. Aunque lo hubiera merecido por lo mal que jugó casi siempre en estos tres partidos. Lionel Messi también necesitaba volver a emocionar a cada argentino como lo hizo cuando se arrodilló mirando el cielo, como en una plegaria, para festejar el primer gol del partido y el primero que convierte en este Mundial. Hubiera sido un acto de la más cruel injusticia si Leo se iba de su cuarta Copa del Mundo con la imagen que había dejado contra Islandia y Croacia. Pudo haber sido la última, pero gracias a Dios no lo fue.

Con angustia y alegría

Hay locura bien argentina en la noche perpetua de San Petersburgo. Argentina avanzó a los octavos de final con una angustia tremenda. Pero también hay alegría visceral, que explota por los poros y traspasa todos los sentidos. Miles de hinchas gritan porque la selección les dio por fin lo que vinieron a buscar. Pensando que a partir de ahora esa gloria que parecía imposible está a cuatro partidos, como sintetizó el entrenador Jorge Sampaoli en la conferencia de prensa del lunes. Qué decir del Zurdo que no se dijo y que no hubiera dicho si le pasaba lo mismo: irse en la primera fase como su admirado Marcelo Bielsa en el Mundial de Corea-Japón 2002. Sampa tapó a tiempo esas huellas y también tiene motivos para perderse en ese festejo maradoniano cuando Rojo puso el 2-1. 

Ya habrá días para hablar y debatir sobre los esquemas y las identidades futboleras. Sobre si Sampaoli acertó cuando armó el equipo de hombres para afrontar lo que podría haber sido su último partido como técnico de la selección. También habrá tiempo para abandonar, aunque sea hasta que dure esta aventura mundialista, esa costumbre autodestructiva que persigue a esta selección a la hora de espantar los fantasmas del pasado. Hay algunos días para saber procesar los errores antes de enfrentar el sábado a Francia en Kazán, por los octavos de final. Basta de filtraciones de audios, de reuniones destituyentes y de seguir peleándonos entre nosotros. 

Empieza otro Mundial

Esta victoria contra Nigeria debe arrojar sosiego para no seguir tentados a caer en equivocaciones. Se impone conceder una tregua. Tampoco es hora para pesar en la balanza de las ambiciones y de los sueños a las herramientas que eligió el Zurdo casildense para iniciar este camino en la conquista de la Copa del Mundo. Lo realmente trascendente es que ahora empieza otro Mundial para Argentina, especialmente para Messi y para estos jugadores. Hoy es todo alivio y canto de liberación. Aguante corazón, aguante. Argentina ya está instalada en los octavos de final. Y eso es lo que único que realmente importa. 

Locales otra vez

La hinchada siempre está

Como en los dos partidos anteriores, otra vez hubo muchos hinchas argentinos en el estadio donde jugó la selección. Ya hacía dos días que se los veía en San Petersburgo, donde incluso hicieron un banderazo para apoyar al equipo. Y ayer se hicieron sentir durante todo el partido.
Fuente: lacapital.com.ar

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