A 3 años de su muerte, la historia detrás de la última foto de Cerati

Tres años atrás, la muerte de Gustavo Cerati conmovía al mundo del rock. Pese a que llevaba cuatro años en coma, luego de sufrir un accidente cerebro vascular al culminar un show en Venezuela, muchos esperaban, al igual que su propia madre, “el milagro”. Pero no sucedió. Gustavo nunca despertó.

Cerati falleció el cuatro de septiembre de 2010 en la clínica ALCLA.
Poco se supo de lo que realmente pasó aquel sábado 15 de mayo del 2010, después de que el cantante se despidiera de la multitud que había convocado en el estadio de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. El show, su último show, al que calificó como el “más exitoso de la gira” latinoamericana que acababa de cerrar.

Cinco años después de la descompensación y con Gustavo todavía internado, el periodista Juan Morris logró revelar qué fue lo que sucedió en Venezuela y la historia detrás de la última foto conocida del ex Soda Stereo. A continuación, algunos fragmentos de su libro:

“Sentado en el sillón del camarín, Gustavo Cerati fumaba un Jockey suave largo y miraba su teléfono con ansiedad. Todavía tenía puesto el traje blanco que había usado en el show. Era la medianoche del sábado y, mientras esperaba que Chloé (Bello, su novia) le respondiera desde Madrid, empezaba a avergonzarse de todo lo que había dicho en el escenario”.

El músico durante su último recital en Caracas.
“Después de comer con el resto del equipo en una de las carpas montadas detrás del escenario, el sonidista Adrián Taverna y el guitarrista Richard Coleman acababan de entrar a su camarín para charlar un rato. Eran sus más viejos amigos, se conocían desde comienzos de los 80, antes de que Soda Stereo grabara su primer disco. Cuando terminaban los conciertos, Taverna solía pasar un rato por su camarín para hablar sobre cómo había salido todo. Era una especie de ritual”.

“Gustavo terminó de fumar su cigarrillo y les preguntó con una sonrisa si había dicho muchas estupideces. ‘Sí, como siempre’, le contestó Coleman. Los tres se rieron. Hacía calor. Era una noche espesa en Caracas. En el camarín había un espejo, luces ambientales, dos sillones blancos, unas sillas de plástico y una mesa con frutas, botellitas de agua y latas de cerveza. El lugar estaba en un pequeño valle rodeado de montañas. Durante el show, varias nubes habían invadido el escenario dejando a la banda a ciegas”.

“Mientras charlaban esa noche en Venezuela, Taverna lo notó apagado. Nicolás Bernaudo, su asistente, entró para avisarle que uno de los productores venezolanos del show quería saludarlo y Taverna y Coleman aprovecharon para ir a sus camarines”.

—Che, ¿te pasa algo? —le preguntó Taverna antes de salir.

—No… Estoy cansado.

—Bueno, aprovechá para descansar que mañana tenés que viajar. ¿Querés hacer algo?

—No, no, quiero dormir hoy.

“Taverna salió del camarín desconcertado con la respuesta que acababa de escuchar. En casi treinta años compartiendo giras y shows, Gustavo nunca se había ido a dormir después de tocar”.

“Esa charla no duró más de diez minutos, pero fue la más larga que tuvieron en toda la gira. Gustavo había pasado casi todo el tiempo con Chloé Bello, una modelo de veintitrés años con la que había empezado a salir en el verano. Sólo se cruzaba con los músicos en el lobby de los hoteles, las pruebas de sonido y el escenario. Recién los últimos días, cuando Chloé viajó a España, Gustavo estuvo con sus músicos”.

“Afuera del camarín general estaba lleno de gente y Taverna encontró al resto de la banda organizando la foto grupal que sacaban cuando terminaban algún tramo de la gira. Fernando Samalea, el baterista, estaba trepado a una silla de plástico, acomodando la cámara arriba de un mueble para que disparara en automático. Mientras se amontonaban según las indicaciones de Samalea, se dieron cuenta de que faltaba Gustavo y alguien le gritó que fuera, que solo faltaba él”.

“Gustavo apareció a último momento y se paró atrás de Taverna. El primer disparo de la cámara salió sin flash, así que Samalea pidió que nadie se moviera y se volvió a subir a la silla para reprogramarla. Taverna se dio vuelta para decirle algo a Gustavo y lo vio pálido, con los ojos desorbitados. ‘¿Te sentís bien’, le preguntó”.

“Gustavo abrió la boca para contestarle, pero no acertó a decirle nada. Fue como si los músculos de su mandíbula no encontraran las palabras. Entonces la cámara disparó su flash y todo el equipo quedó registrado en la última foto de la gira. A su alrededor el grupo se empezó dispersar y Gustavo caminó confundido hacia su camarín”.

Junto a su última novia, la modelo Chloé Bello.
“Mientras lo veía alejarse, Taverna le pidió a Bernaudo que lo acompañara a ver qué le pasaba. Cuando entraron, Gustavo estaba tirado en el sillón, con el saco a un costado, la camisa desabrochada y la boca entreabierta. Pensaron que tenía un pico de presión o que tal vez le había dado un infarto. Bernaudo corrió a buscar a los paramédicos y al ratito volvió con dos chicos que no tendrían más de veinte años y que al ver a Gustavo Cerati descompensado no supieron qué hacer. Charly Michel, el kinesiólogo que viajaba con el equipo, revisó qué remedios tenían los paramédicos en sus bolsos y les pidió que fueran a buscar la camilla. Gustavo se podía mover pero estaba como abrumado, lento, y no podía hablar”.

“Pasó casi una hora hasta que lograron desalojar completamente el lugar: no querían que la descompensación se convirtiera en noticia. Un rato más tarde, dentro de la ambulancia, mientras atravesaban los suburbios residenciales de Caracas a la medianoche, Gustavo todavía parecía estar experimentando cómo el software de su conciencia se enrarecía: estaba acostado en la camilla con los ojos abiertos pero con la mirada perdida”.

Benito, su hijo, sigue sus pasos musicales.
“Dejaron atrás una zona industrial con fábricas, concesionarias de autos y un bingo abandonado antes de llegar al Centro Médico Docente La Trinidad. Cuando bajaron la camilla en la entrada del sector de Emergencias, se encontraron con que los pasillos estaban a oscuras: se había cortado la luz. Mientras avanzaban se cruzaron con una enfermera que les dijo que el grupo electrógeno del hospital sólo funcionaba para la terapia intensiva y los quirófanos, así que volvieron a cargarlo en la ambulancia y lo llevaron hasta otro centro de estudios de la ciudad para que lo atendieran”.

Por ese entonces, el entorno del músico confirmó a la prensa que había sufrido una descompensación, pero pasarían tres días más hasta que se confirmara el ACV. Regresó al país casi un mes después, el siete de junio, en un avión ambulancia acompañado por su madre, Lilian Clark, y su hermana, Laura. Primero lo internaron en el Instituto Fleni, luego fue trasladado a la clínica ALCLA, en la que murió.

Fuente: Big Bang News

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